el mosqueo de lo constitucional
Durante estas semanas con la actual investidura se ha hablado de «Democracia parlamentaria», que es democrático y legitimo que por consenso a través de pactos parlamentarios salga el presidente del gobierno pero ¿Qué legitimidad hay si esos pactos se deciden entre fuerzas con propuestas que ni siquiera tienen el apoyo electoral mayoritario de los votantes, y se decide de forma unilateral entre jefes de partido e incluso contradiciendo su propio programa electoral? ¿Cuántos votaron por las propuestas del pacto de Felipe González con el PNV y la derecha catalana de CiU de 1993? ¿Cuántos votaron por las propuestas del Pacto del Majestic entre Aznar y Puyol en el año 96 que hasta el día de hoy todavía sufrimos? ¿Cuántos votaron el cuponazo vasco al PNV que pactó Rajoy en el 2016 para continuar en el poder? ¿Cuántos han votado ahora por la Ley de Amnistía de Sánchez a la derecha catalana?
Nos han acostumbrado a que un presidente no es el que vote la gente, sino lo que unos oligarcas decidan el gobierno dentro de un parlamento con diputados que votaran lo que ellos decidan por disciplina de partido, para que después el ejecutivo someta el poder legislativo a través de dicho pacto. Con una Constitución real, es decir, separando los poderes, (ya que como decía el articulo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano una sociedad no tenga determinada la separación de poderes, carece de Constitución) no habría gobiernos nacidos de trapicheos llevados entre pactos sino que elegiríamos directamente al presidente en unas elecciones separadas, y por otro lado se elegirían a los representantes del legislativo ejerciendo de contrapoder al gobierno, y no siendo un súbdito suyo pudiendo hacer y deshacer leyes a conveniencia sin el respaldo de la sociedad civil.
Tener una Constitución es algo básico en un régimen que se diga ser democrático , por eso en este día de la No Constitución reivindicamos porque en España tenga algún día la suya propia.
Javier Andrés Pérez